El término gobernabilidad se define como el proceso por el cual diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de modo que al hacerlo, llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas tanto a la vida pública como al desarrollo económico y social.
Cabe destacar que no es un estado lo que permite, por sí mismo, gobernar a una sociedad, ni tampoco la sociedad misma es gobernable o ingobernable; esto se trata de una relación compleja entre estado y sociedad, es decir, un compromiso bilateral para mantener un equilibrio en la vida de un país.
En una buena democracia el gobierno debe actuar en base a cuatro principios:
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La percepción de la legitimidad.
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La importancia central del papel de los ciudadanos.
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La visión de un proyecto sobre la sociedad en la que actúa.
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La adaptación de la gestión pública.
Sin embargo, como se mencionó antes, la gobernabilidad no se debate, se negocia y se consensua. Para analizar y valorar que este proceso se encuentre siendo ejecutado de manera eficaz, se deben tomar en cuenta tres criterios:
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El tipo de régimen político en el que la democracia actúa.
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El proceso de ejercicio que emplea la autoridad gubernamental.
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La capacidad del gobierno para formular políticas públicas y ponerlas efectivamente en práctica.
Es común que el término se confunda con gobernanza, pues suelen tomarse como sinónimos sin conocer la diferencia entre estos términos. Gobernanza se refiere únicamente a la calidad de respuesta que ofrece el Estado, mientras que gobernabilidad se basa en la capacidad técnica y política con la que el Estado cuenta para dar solución a las demandas de la sociedad.
Wanda Mirel Solorio García
UTEL Editorial




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