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Ciclo de angustia


La angustia es la sensación de que algo catastrófico va a suceder, sentir que uno va a morir, a volverse loco, a desmayarse, a perder el control de sí mismo; suele surgir de la nada, o no es posible reconocer las situaciones que desencadenan la aparición de la misma. Como todo ciclo, comienza con un evento que improvisa los elementos de cada persona y los utiliza como una señal de alarma, puede ser enfocado en metas personales, relaciones interpersonales o compromisos.

“Los fenómenos de la angustia y de la desesperación, quedan siempre en un esquema riguroso de conceptos.”

Soren Kierkegaard 

Situaciones angustiantes o desencadenantes

Todo comienza con un evento que genera síntomas incómodos, tales como: preocupación, miedo, aceleración del corazón, sudoración o sensación de estar abrumado; puede ser una decepción amorosa, laboral, falta de comunicación con pares, miedo al fracaso y dificultades para expresarse libremente con otras personas.

Sensaciones corporales

Durante una crisis de angustia se presentan sensaciones corporales poco funcionales, como: opresión en el pecho, sudoración en las manos, sensación de falta de respiración e hipersensibilidad; cuando la sensación corporal es tan fuerte que bloquea por completo la actividad habitual y evoca sensaciones desagradables como si su vida dependiera de ello.

Pensamientos

Los pensamientos que son provocados por la respuesta corporal descrita, suelen dirigirse a que algo terrible va a suceder, y aunque cada quien puede tener sus propios miedos, éstos son completamente irracionales y tienen su origen en la sensación de desamparo ante las reacciones del cuerpo (a la vez, se detiene el uso de experiencias previas al momento de intentar resolver problemas, por lo que los pensamientos comienzan a alimentar la experiencia de que algún peligro está “ocurriendo”).

Comportamiento

Las respuestas que se presentan intentan desesperadamente evitar que se cumpla la catástrofe que parece ser amenazante. Algunas de las cosas que suelen suceder en una crisis de angustia son: 

  • Escape: se actúa de forma impulsiva y se busca abandonar el lugar y el momento, intentando encontrar un entorno más seguro.
  • Evitación: se intenta por todos los medios disponibles evitar el contacto con la sensación y los componentes de la experiencia de angustia.
  • Preparación e improvisación: se planean actividades que puedan detener la sensación de angustia, estos comportamientos pueden ser planeados, impulsivos o incluso obsesivos.

De acuerdo con las cifras reportadas por académicos de la UNAM (2023), un 23% de la población del país ha experimentado una crisis de angustia, cuyos casos aumentaron durante el periodo de encierro en COVID-19 y posterior a la situación sanitaria a nivel mundial.

De forma profesional, la experiencia que narramos se clasifica, de acuerdo con el DSM-V, como un trastorno por crisis de angustia (en el que la ansiedad se presenta en forma de episodios como palpitaciones, sensación de ahogo, inestabilidad, temblores o miedo a morirse). El trastorno de angustia consiste en que la persona está preocupada por la posibilidad de sufrir más crisis de angustia y/o cambia su comportamiento para intentar evitar las crisis.

Crisis de angustia

Los síntomas de las crisis de angustia incluyen muchos tipos de síntomas físicos, y las personas afectadas a menudo se preocupan porque los confunden con un problema médico peligroso que afecta el corazón, los pulmones o el cerebro. Por ejemplo, durante una crisis de angustia puede producirse dolor torácico y la persona afectada llega a preocuparse por sufrir un infarto de miocardio.

¿Qué hacer frente a una crisis de angustia?

Considera los siguientes aspectos como parte de un proceso personal de autocontrol:

  • Relajación:  el entrenamiento en relajación puede ayudar a reducir el nivel excesivo de tensión muscular y, por tanto, reducir la probabilidad de sufrir una crisis de angustia. Para que funcione, se debe actuar contra la ansiedad al principio, antes de que crezca hasta convertirse en una crisis de angustia.
  • Respiración: intente respirar suave y lentamente, de manera que la sensación de angustia se reduzca. La respiración lenta ayuda a relajarse, puede ser difícil al principio, pero se necesita controlar la velocidad de su respiración.
  • Distracción: ayuda a controlar los pensamientos que provocan ansiedad, distraerse de ellos e intentar ocupar los pensamientos en otra cosa. La mejor forma de hacerlo es concentrarse en lo que sucede a su alrededor en vez de estar pendiente de lo que pasa dentro de su cuerpo.

Ante el fenómeno de angustia se recomienda consultar con un especialista en salud mental. Si llegas a sentir una crisis de ansiedad, recuerda que puedes acercarte al área de bienestar y orientación psicológica de la Universidad.

Psic. Alberto Bárcenas García
Orientación Psicológica
Programa de Éxito Académico y Profesional  (PEAP)

Bibliografía