Ciclo-de-violencia

Ciclo de violencia en distintos lugares


Un ciclo es una serie de fases por las que pasa un fenómeno periódico (Real Academia Española); en el ciclo de violencia apreciamos un patrón de abusos (emocionales, físicos, aislamiento, económicos, etc.) que se presenta en diferentes tipos de relaciones (pareja, entre padres e hijos o a la inversa, en escuelas, comunidades, trabajo, etc.). Sin embargo, es importante puntualizar que se ha descrito en mayor medida el ciclo o círculo de violencia hacia las mujeres.

En 1979 Lenore Walker describió en su libro “The Battered Woman” sobre las conductas y círculo de violencia que viven las mujeres por un maltratador. Dentro de este círculo fueron identificadas fases en las cuales se viven diversos tipos de violencias (psicológica, física, emocional, económica, etc.) en una relación. Dentro de la literatura, Morabes (2014), Pérez y Calvera (2013) retoman lo propuesto por Walker y describen las fases o etapas del ciclo de violencia, las cuales son:

  • Tensión: la persona violentada vive incidentes de agresión menores y se ejerce violencia emocional en mayor medida; el victimario constantemente manipula y amenaza a la víctima. También, hay algún detonante en el victimario que le hace ejercer la violencia (en muchas ocasiones no hay justificación para ello). Se puede llegar a escalar a la violencia física. De igual manera, en dicha fase el o la victimaria se da cuenta de los cambios de comportamiento y humor en el agresor y trata de hacer lo que sea para complacerle (aun cuando no tenga justificación la violencia).  
  • Explosión: el agresor pierde el control de sí y llega a la violencia física, psicológica o sexual a un nivel extremo, donde descarga la tensión en la víctima. La persona tras ser agredida trata de protegerse (algunas personas se sienten responsables de lo sucedido o hacen acciones para que no se moleste más el victimario). En otros casos, la persona agredida trata de defenderse.
  • Reconciliación:  el agresor se siente arrepentido de lo realizado y busca cualquier forma para reconciliarse con la víctima. El agresor se muestra amable, promete cambiar o responsabiliza a la otra persona de lo sucedido a través de justificaciones que llegan a ser inexistentes; pero, en la víctima hay una distorsión cognitiva que le hace creer que tiene razón el victimario. En las relaciones de pareja también se puede sumar la dependencia que hay con la otra persona. 

Es importante retomar que el ciclo se puede vivir en otras situaciones o contextos. Por ejemplo, en el estudio realizado por Molla Esparza y Aroca Montolío (2018) se muestra como hay un ciclo de violencia entre hijos y padres y cómo se viven las fases anteriores; o bien, continúa la agresión en otros contextos (los hijos violentan en las escuelas). En dicha investigación se aprecia cómo algunos de los padres, al ser violentados por sus hijos, responden de la misma manera generando que el circulo sea bidireccional. Por otra parte, en la investigación de Nerezco et.al (2020) se aprecia que en algunos casos de acoso escolar el agresor llega a vivir violencia en otros lugares (hogar, calle, escuela) causando que siga inmerso en un ciclo constante de violencia y no encuentre estrategias para lidiar con ciertos temas que no sea a través de la agresión. Un último ejemplo es el síndrome de Estocolmo, en el cual la persona tiene un apego emocional por la persona que le retuvo. En dicha dinámica se aprecia el ciclo de violencia donde inicia la explosión (momento donde el raptor se muestra extremadamente violento para ejercer control sobre la víctima), pero en el transcurso de su retención el agresor va ejerciendo otros tipos de violencia y genera un lazo con la víctima, comienza la reconciliación, se manipula a la agredida y ésta termina creyendo que el hampón es “bueno” o “tiene buenas intenciones”, lo cual le genera cercanía y simpatía por él.

¿Qué hacer si se vive dentro de un ciclo de violencia? 

  1. Identificar las consecuencias o secuelas que deja la violencia, ya sean agresiones físicas y/o afectaciones emocionales. Dentro de las posibles secuelas están: estrés, ansiedad, baja autoestima, falta de motivación en las actividades habituales, aislamiento, falta de concentración, etc. 
  1. Generar una red de apoyo o buscar ayuda con especialistas para trabajar en romper el círculo. En la literatura se aprecia cómo la Terapia cognitivo-conductual se emplea para trabajar la violencia dando buenos resultados. En el estudio de Cáceres-Ortiz et al. (2011; citado en Félix Montes et al., 2020), se enfocan en la violencia dentro de la pareja y mostraron que hubo un 95% de efectividad en las pacientes para disminuir la sintomatología que tenía. En dicha terapia se propone trabajar con herramientas de respiración, reestructuración cognitiva, trabajo en autoestima, habilidades sociales, toma de decisiones y resolución de problemas.
En un estudio, se dio acompañamiento psicológico a un niño de 10 años que ejercía acoso escolar. El tratamiento consistió en explicarle las consecuencias de sus actos, control de ira, identificar y reestructurar pensamientos distorsionados, psicoeducar en habilidades sociales y resolución de problemas. Esto generó un resultado positivo en el niño: el alumno eliminó las conductas de acoso, mejoró su control de ira, tenía herramientas para abordar habilidades sociales con sus compañeros y solventó problemas (Guzmán, 2015).  Finalmente, el ciclo de violencia se vive en diferentes circunstancias y muestra una serie de patrones ejercidos en cualquier relación. Para las víctimas llega a ser complicado reconocer que se encuentran en una situación delicada: en cuanto llegan a hacerlo se puede trabajar dicho ciclo para romperlo. Si estás viviendo una situación donde te has percatado que estás en un ciclo, pero no encuentras los medios para fracturarlo, recuerda que en UTEL contamos con el Servicio de Orientación Psicológica donde podemos apoyarte. 

Psic. Ana Karina Cárdenas Torres
Orientación Psicológica
Programa de Éxito Académico y Profesional (PEAP)

Referencias:
Félix Montes, L. C., Gavilán Centeno, R., & Ríos Cataño, C. (2020). Tratamiento psicológico en mujeres víctimas de violencia conyugal. Persona, (023 (2)), 41-55. 
Guzmán, B. G. (2015). Intervención cognitivo-conductual con el niño agresor en un caso de acoso escolar. Revista de psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 2(1), 25-31. 
Molla Esparza, C., & Aroca Montolío, C. (2018). Menores que maltratan a sus progenitores: definición integral y su ciclo de violencia. Anuario de Psicología Jurídica, 28(1), 15-21. 
Morabes, S. D. C. (2014). Ciclo de violencia en la asistencia psicológica a víctimas de violencia de género. In I Jornadas de Género y Diversidad Sexual (GEDIS)(La Plata, 2014). 
Narezo, M. R., Gruber, R. S., & Martínez, M. T. L. (2020). Acoso escolar: adolescentes víctimas y agresores. La implicación en ciclos de violencia. Bordón: Revista de pedagogía, 72(1), 117-132. 
Pérez, M. M. C., & Calvera, J. F. M. (2013). Descripción y caracterización del Ciclo de Violencia que surge en la relación de pareja. Tesis Psicológica, 8(1), 80-88. 
Real Academia Española. (s.f.). Ciclo. En Diccionario de la lengua española. Recuperado en 25 de marzo de 2024, de https://www.rae.es/drae2001/ciclo